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19. La sobriedad, etapa final del plateresco

El garbo nacional de nuestro plateresco, sus inauditas originalidades, provienen de la ra­pidez en la adopción del temario renacentista, sin tiempo para su normal asimilación. Ape­nas si en la última década del siglo xv se encuentra alguna aparición renaciente. Pues bien, desde 1520 todas las construcciones —con excepción de las catedrales e iglesias de recuerdo gótico-- se conciben con supuestos renacentistas. Esta celeridad en la apasionada acepta­ción de los temas itálicos motivó su personal interpretación por cada uno de los arquitectos y la increíble variedad y fantasía en la elaboración de las arquitecturas renacientes.
La decoración renaciente varía en España no sólo en sus formas, sino en sus ritmos y composición. Hasta 1540, y muy singularmente en las fachadas de la Universidad de Sala­manca y del Ayuntamiento de Sevilla, la ornamentación plateresca se desenvuelve con la tendencia a la cubrición total de los paramentos en un relieve no muy acusado, envolviendo pilastras, muros y columnas, con un sentido fluyente y dinámico. En la segunda etapa, que puede abarcar las dos décadas siguientes, esta decoración se concentra en los puntos nu­cleares de la construcción, pero manteniendo como en las obras de Rodrigo Gil el mismo tipo de grutescos y la misma fragorosa tensión ornamental allí donde se anda la decoración. Finalmente, la arquitectura plateresca, que pudo alcanzar el purismo y severidad vignoles­cos sin la violencia de El Escorial, termina en una etapa en la cual se conservan algunas gracias ornamentales renacentistas, pero el tono es de una mayor severidad, buscando la imponencia arquitectónica.
El plateresco mexicano se parece mucho más a este plateresco final, de mediados del siglo XVI, que al plateresco inicial de los Reyes Católicos, aunque la causa de la sobriedad de nuestro plateresco habría que buscarla menos en la influencia italiana y más en las condiciones históricas en las que surge: la conquista, la aculturación y la esclavización y la pobreza material de los indios, que fueron quienes finalmente construyeron estos edificios.
(Perfectamente renacentista y sobria fachada del conjunto conventual de Zempoala, Hidalgo.)

Comentarios

false dijo…
podria decirme un ejemplo de arquitectura puriste (clasicismo renacentista) en mexico
Ramon Moreno dijo…
Hola No, la respuesta a su pregunta es: El Palacio de Minería, en la ciudad de México.

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4. El plateresco y los agustinos

Son múltiples los edificios de México que tienen algún influjo del plateresco: la catedral metropolitana en la ciudad de México, la catedral de Puebla, La catedral de Mérida, la casa de Montejo en Mérida, el convento franciscano de Tepeapulco en Puebla, el convento dominico en Yanhuitlán, Oaxaca. Pero todos ellos son como fragmentos sueltos de un rompecabezas: están dispersos y no es fácil encontrarles la forma; no obstante esto, los conventos agustinos del siglo XVI conservan una gran unidad arquitectónica en torno al plateresco. Parece que esta veintena de conventos se hubieran propuesto (y es muy probable que los frailes constructores se lo propusieron) aplicar al pie de la letra los principios ideológicos de los Reyes Católicos y de Carlos V: es decir que los agustinos hicieron una estética de estado al construir sus primeros conjuntos conventuales con esa misma unidad temática, estructural, arquitectónica y estilística. La semejanza entre ellos es mucha; he aquí algunos element

1. Unión de Renacimiento y Edad Media

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2. La llegada del Plateresco a América

Junto con las naves de Colón arriba al Nuevo Mundo el arte plateresco; afirma Camón Aznar: “Ya en su segundo viaje llevó Colón al aparejador Zafra. En 1510 embarcan en la nave Santiago, para La Española (Santo Domingo) los maestros canteros Juan de Herrera y Ortuño de Bretendón y varios oficiales obreros. El maestro de la catedral de Sevilla, Alonso Rodríguez, en 1510 se compromete a dirigir las obras que hagan los obreros antedichos”. No obstante el plateresco, a pesar de su difusión por América tuvo un terrible enemigo: el barroco: en el siglo XVII y XVIII la riqueza y el poder de los colonos españoles les permite construir un sinnúmero de edificios barrocos sobre las ruinas de muchos edificios platerescos. Pocos habrán de sobrevivir, la mayoría, como en España, mezclados con otras formas arquitectónicas. De todos esos esfuerzos del renacimiento español se conservan, entre unos pocos en América, los primeros conventos de los monjes agustinos en México. (Fachada del convento de Ocu