Ir al contenido principal

20. Los espacios que componían un conjunto conventual


Una edificación conventual del siglo xvi poseía varias dependencias. Las principales eran: la iglesia, generalmente de una nave y orientada de este a oeste, tenía un coro alto para los religiosos, baptisterio, confesiona­rios y presbiterio; el convento, adosado a la parte norte o sur de la iglesia (la inmensa mayoría al sur; uno de los pocos conventos situados al norte de la iglesia es el de Tlayacapan), tenía un portal, cubierto, a la entrada y un claustro central, en torno al cual, se distribuían las habitaciones destinadas a refectorio, cocina, sala capitular, biblioteca, celdas, etcétera, situadas en uno o dos pisos. Otras dependencias acce­sorias eran las caballerizas, el pajar y la huerta. Algunas veces también se encontraban adosados a la iglesia las construcciones del hospital y la es­cuela. El atrio, que se extendía frente a la puerta del templo, y que estaba rodeado generalmente de una muralla, tenía una infinidad de funciones: era cementerio, lugar de reunión para la doctrina y sitio para realizar las procesiones, bailes, fiestas o juntas de carácter religioso en las que partici­paba todo el pueblo. Las capillas abiertas, que tenían varias formas y distribución, eran construcciones o adaptaciones hechas para colocar un altar y decir misa frente al atrio, con lo cual éste se convertía en una in­mensa iglesia al aire libre. Las capillas posas, que se encuentran en algunos conventos, estaban en los cuatro extremos del atrio y servían para posar el Santísimo o las imágenes durante las procesiones, o para celebrar en ellas misa. A veces cada barrio tenía a su cargo el cuidado de una de estas ca­pillas y podían servir de enterramiento a caciques y principales.
A principios del siglo xvi la orden agustina tuvo fama de hacer las construcciones más grandes y costosas de Nueva España; después, durante el barroco todas las órdenes compitieron para ver cuál podía construir el conjunto más lujoso. Obispos y virreyes se quejaban de su suntuosidad y de los gastos que provocaban. Los mismos religiosos tenían, como a título de gloria, la gran riqueza y monumentalidad de sus iglesias y conventos.
Una de las razones para esta magnificencia era, sin duda, el impactar a los neoconversos para afianzar el cristianismo por medio de los sentidos; otra, que los mismos indígenas tenían como orgullo local el poseer un sun­tuoso convento y una gran iglesia; finalmente, también influyó la necesidad de dar cabida a muchos frailes en los conventos.
(Atrio del convento de Epazoyucan, visto desde la ventana de una celda. En primer plano la arquería del portal del convento, cuyo techo ya no existe. En segundo plano el atrio con diversos monogramas religiosos, como el de Jesús; alrededor de éstos la muralla perimetral y al costado izquierdo una de las capillas posas. En tercer plano, al fondo, las áridas tierras y montañas de Hidalgo)

Comentarios

Anónimo dijo…
hola, esta super este trabajo, no se por ke lo hayas hecho pero te kedo muy, grax x ke me diste una salvada al encontrar esta página, para un trabajo de arte espero no te moleste. Saludos desde Puebla
Anónimo dijo…
Hola soy Ana y me parece increíble tu investigación, quisiera preguntarte si tienes información sobre retablos platerescos.
Saludos.
mi correo es ana_cornejo@hotmail.com
Ramon Moreno dijo…
Gracias Sonnia por el saludo. Y va otros desde acá, desde el DF
Ramon Moreno dijo…
Hola Ana, pocos retablos platerescos se hicieron, pero los hay (Xochimilco, Huaquechula, Huejotzingo y Cuauhtinchán). Te recomiendo el libro La iglesia y el convento de Huejotizno de Marcela Salas Cuesta, Unam. Ya te escribí a tu correo. Saludos

Entradas más populares de este blog

4. El plateresco y los agustinos

Son múltiples los edificios de México que tienen algún influjo del plateresco: la catedral metropolitana en la ciudad de México, la catedral de Puebla, La catedral de Mérida, la casa de Montejo en Mérida, el convento franciscano de Tepeapulco en Puebla, el convento dominico en Yanhuitlán, Oaxaca. Pero todos ellos son como fragmentos sueltos de un rompecabezas: están dispersos y no es fácil encontrarles la forma; no obstante esto, los conventos agustinos del siglo XVI conservan una gran unidad arquitectónica en torno al plateresco. Parece que esta veintena de conventos se hubieran propuesto (y es muy probable que los frailes constructores se lo propusieron) aplicar al pie de la letra los principios ideológicos de los Reyes Católicos y de Carlos V: es decir que los agustinos hicieron una estética de estado al construir sus primeros conjuntos conventuales con esa misma unidad temática, estructural, arquitectónica y estilística. La semejanza entre ellos es mucha; he aquí algunos element

1. Unión de Renacimiento y Edad Media

El arte plateresco es ante todo un arte arquitectónico español. Se da en las edificaciones, pero no en otras manifestaciones artísticas relevantes como la música o la literatura. También, el plateresco es ante todo, una arquitectura de estado: es decir es un elemento ideológico de los reyes católicos, y parcialmente, de Carlos V y Felipe II. Camón Aznar lo define así: “Tras este complejo estilístico, en el que confluyen todos los ideales hispánicos de la Baja Edad Media, es natural que nuestro Renacimiento adquiera modalidades absolutamente na­cionales. Tras este goticismo exasperado, sin tránsito cronológico apreciable, nuestros arqui­tectos se asimilan el Renacimiento. Y este movimiento de raíz clásica nace en el regazo del estilo más atrozmente distinto que haya podido existir en la historia del arte. Las mismas manos que tallaban las picudas floraciones, los animales vivos, la fauna y la flora más selvosas y montaraces, acarician después la superficie de los temas renacientes con

2. La llegada del Plateresco a América

Junto con las naves de Colón arriba al Nuevo Mundo el arte plateresco; afirma Camón Aznar: “Ya en su segundo viaje llevó Colón al aparejador Zafra. En 1510 embarcan en la nave Santiago, para La Española (Santo Domingo) los maestros canteros Juan de Herrera y Ortuño de Bretendón y varios oficiales obreros. El maestro de la catedral de Sevilla, Alonso Rodríguez, en 1510 se compromete a dirigir las obras que hagan los obreros antedichos”. No obstante el plateresco, a pesar de su difusión por América tuvo un terrible enemigo: el barroco: en el siglo XVII y XVIII la riqueza y el poder de los colonos españoles les permite construir un sinnúmero de edificios barrocos sobre las ruinas de muchos edificios platerescos. Pocos habrán de sobrevivir, la mayoría, como en España, mezclados con otras formas arquitectónicas. De todos esos esfuerzos del renacimiento español se conservan, entre unos pocos en América, los primeros conventos de los monjes agustinos en México. (Fachada del convento de Ocu