No hay tampoco en nuestro Renacimiento un sentido espacial, de temática horizontal como en los monumentos clásicos. Los interiores, sobre todo de edificios religiosos, se conciben con fuerte tendencia a la verticalidad que se acentúa en los cruceros, exaltada por la estructura de las bóvedas góticas. Faltan en nuestro arte renacentista —con la excepción de edificios no exentos— arquitecturas de tipo central, con la cúpula como generadora del sistema constructivo de cruz griega, tan frecuente en el Renacimiento italiano.
(Fachada de la capilla abierta en primer término, fachada de la iglesia y atrás, una torre campanario muy esbelta, en el conjunto arquitectónico de Atlatlauhcan)
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